martes, 12 de enero de 2010

"Hay cosas en la vida que nunca se olvidan"

Hay cosas en la vida que nunca se olvidan, una persona, una palabra, un gesto, una mirada o un momento. Hay personas que marcan nuestras vidas aun sin saber que la han marcado, pero son aquellos pequeños detalles que hacen de tales personas un tesoro invaluable. Son aquellos momentos que se convierten en nuestro gran refugio, nuestra mayor alegría y nuestro más grande triunfo.

Un triunfo por haberlos encontrado, un triunfo porque nos han enfrentado y un triunfo porque han permanecido. Aunque en la vida pasamos por experiencias, vivimos a veces la cruda realidad de enfrentar problemas que muchas veces no encontramos la salida, el porqué o las razones que nos condujeron a estos, pero contar con valiosas personas como éstas, es lo que hace valer que cada día vivamos con la fortaleza, el coraje y la valentía de enfrentar los más grandes obstáculos y de sobrepasar las más grandes barreras.

Y es que la vida no es más que un largo camino ascendente donde estamos constantemente a prueba. Un camino que a medida que subimos más profunda es la caída y más difíciles son las pruebas. Pero en este camino que le llamamos vida, la paz depende de muchas cosas que debemos evitar y hasta suprimir.

He aquí que muchas veces pensamos que todos en algún punto de la vida hemos tomado las mismas decisiones, hemos corrido los mismos riesgos, hemos tropezado en los mismo obstáculos y una vez más hemos salido vencidos o derrotados de esa gran batalla. Por eso es que debemos de analizar en nuestras mentes nuestro propósito en esta vida con las famosas palabras que una vez, el Obispo Florencio pronuncio: “Nunca antepongáis la pasión a la razón o tomareis una pésima decisión.”

Todos somos imperfectos, nunca llegaremos a la perfección, pero son las pequeñas cosas, las experiencias y vivencias que transforman nuestros corazones y nos permiten ser lo que somos hoy en día somos. Un reflejo del amor, la gloria y la gracia de nuestro Dios.

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